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21 Rev. Bioetica & Derecho 1 (2011)

handle is hein.journals/rebiod21 and id is 1 raw text is: PUBLICACION CUATRIMESTRAL DEL MASTER EN BIOETICA Y DERECHO - http://www.bioeticayderecho.ub.es Revista de Bieltica v Derecho A rtr cuo NJJMERo 21 -ENvEfo 20<11 PAGINA 1 JESUS ALONso BURGOS abios >Jestis Alonso Burgos. Abogado y escritor. Resu man La pregunta por los limites 6ticos de las neurociencias remite a su vez a la pregunta por los fundamentos de la condici6n moral. Diversos discursos (religiosos, hist6ricos, biol6gicos) pretenden responder en exclusiva a esa pre- gunta, pero la realidad del hombre no es univoca ni se ex- plica por una sola raz6n. Y como no existe una idea univer- sal del hombre, no puede existir una 6tica universal, aun- que si una raz6n juridica supranacional y supracultural. Los limites de las neurociencias deben quedar fijados en el inico marco posible, que no es otro que el de su estatuto epistemol6gico: la tecnologia m6dica y la salud fisica y psiquica de los pacientes voluntariamente sometidos a su control y cuidado. Palabras cave El fantasma de la mdquina cartesiana: naturaleza y sociedad; Cerebro y mente; Determinismo y libertad. The question about the ethical limits of neurosciences refers to the question of the foundations of moral condition. Different discourses (religious, historical, biological) try to answer that question exclusively... but the human reality is not univocal and cannot be explained whit basis on one single reason. And as there is no universal idea of man there can be universal ethics, although there can be a su- pranational and supracultural legal reason. The limits of neurosciences are established in a single possible frame- work, that is to say the epistemological rule: medical tech- nology and physical and psychic health of patients volun- tarily submitted to control and care. Key words The ghost of cartesian machine: nature and society; Brain and mind; Determinism and freedom. > ntroduccion Un fantasma recorre el mundo: el fantasma de la m6- quina. Su enigm~tica figura aparece de repente en los hos- pitales y los laboratorios, en los parlamentos y las prisio- nes, en las aulas de filosofia y en las reuniones familiares. Sucede, sin embargo, que (fandticos al margen) nadie est6 seguro de lo que ese fantasma oculta tras su espantoso manto, de cu4l pueda ser su anima (o tal vez su animus). LEs la biologia el inico dios (o phantasma) de la mdquina? LLo es la sociedad o la historia? 6Acaso una mezcla de todo ello, un hibrido o una quimera? Y cu4l es el nombre que debemos dar a la ciencia que trata del gobierno de ese fantasma: Abiogen6tica, biopolitica, ciencias cognitivas, gen6tica del comportamiento? 6O tal vez politica sin m~s? Este es, a mi juicio, el problema previo al que debe respon- der la pregunta sobre la neuro6tica. 0 lo que es lo mismo, 6cudles son los fundamentos de la condici6n moral? Por- que si la vis motrix que mueve la mdquina es s6lo la biolo- gia (y n6tese que digo s6lo), si el bien y el mal s6lo son determinaciones inscritas en el cerebro humano, si sobre tal presupuesto no cabe proyectar una sospecha, es evi- dente que la respuesta s6lo puede ser (o casi) cientifica, sea cual sea su resultado y su coste social. Lo que ocurre es que no est6 claro; o por lo menos, que algunos no nos acabamos de creer toda esa nueva metafisica de la cien- cia. El debate, empero, no es nuevo. Ese debate se inicia con el inventor de la mdquina pensante o mdquina terrestre espiritual, que no es otro que Descartes. Como es sabido, en su c6lebre Tratado del hombre, Descartes asegura que todo es materia, y por ende, todo est6 sujeto a los princi- pios de la fisica y la mechnica: los misculos, huesos y arti- culaciones de los animales y los hombres son como los cables, poleas y ruedas de las mdquinas y los aut6matas; la respiraci6n, circulaci6n y movilidad de los seres vivos son asimismo como los movimientos de los automatismos. La Onica (pero esencial) diferencia radica en que los hom- bres, pero no los animales ni los aut6matas, tienen alma, artilugio 6ste que en modo alguno puede quedar afectado por la materia, ya que (segn Galileo) la cantidad total de movimiento en el universo es constante: Advierto -dice en Meditaciones metafisicas- que hay grandisima diferencia entre el espiritu y el cuerpo; el cuer- po, por su naturaleza, es siempre divisible; mientras que el espiritu es enteramente indivisible. En efecto, cuando con- sidero el espiritu, esto es, a mi mismo, en cuanto que soy s6lo una cosa que piensa, no puedo distinguir partes en mf, sino que conozco y concibo muy claramente que soy una cosa absolutamente una y entera; y aunque todo el espiritu parece unido a todo el cuerpo, sin embargo, cuan- do un pie o un brazo o cualquier otra parte son separados del resto del cuerpo, conozco muy bien que nada ha sido sustra[do a mi espiritu; tampoco puede decirse propiamen- te que las facultades de querer, sentir, concebir, etc., son

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